AÑO: 1988
ESTILO: AOR
Toda introducción que pueda hacer se quedara corta, pues al hablar de Toto, hablamos de uno de los grupos más grandes, no solo de los 80's, sino de la historia. Con una discografía majestuosa y enormes hits que han calado tanto entre sus fans como entre el público desvinculado del rock en general, el legado de este grupo es impagable e incuestionable, en el AOR y en la música en general, pues se han atrevido con estilos que van desde el progresivo hasta, por momentos, el jazz o el hard rock. Y es que cualquier amante de la buena música que se precie debería tener en su discografía las obras maestras de Toto, entre las que se encuentra el disco que nos ocupa: The seventh one. Toda una lección de clase y elegancia en el rock. Y es que si se juntan genios de la talla de Jeff Porcaro (batería), Steve Lukather (guitarras) o David Paisch (teclados) con la voz tocada por la gracia divina de Joseph Williams, el resultado puede ser de auténtico lujo.
''Pamela'', comienzo espectacular: coros azucarados y una instrumentación descomunal. ''You got me'', sintetizadores al poder, un tema muy Hi-Tech con mucho ritmo. ''Anna'' (muy propio del grupo las canciones con nombre de mujer), una de las grandes baladas del album, deliciosa, irresisitible y sobretodo de muy buen gusto. ''Stop loving you'', uno de los hits del disco, un clásico del AOR, teclados mágicos y un estribillo inolvidable... no se puede cantar mejor. ''Mushanga'', otra exhibición de estos genios, un tema maravilloso que puede recordar a ''Africa'', una de las canciones más conocidas del grupo, pero más lenta y menos comercial. ''Stay away'', otro tema soberbio con un riff potente y distorsionado de guitarra mezclado a la perfección con los teclados cristalinos de Paich y los coros femeninos del estribillo.
No puede ser; rebasamos la primera mitad del disco y Toto nos siguen sorprendiendo con auténticos hits que ya quisieran en su discografía grupos mucho más recordados. ''Straight for the heart'', más teclados mágicos y Joseph Williams haciendo maravillas con esa voz única y perfecta. ''Only the children'', riff ochentero y un estribillo muy pegadizo para acabar con un solo de puro sentimiento. ''A thousand years'', balada lenta, de las más flojitas del disco... pero da igual, sigue siendo muy buena. ''These chains'', otro tema lite con unos solos de auténtico buen gusto a cargo del maestro Lukather. Se acaba el disco y no lo podían concluir mejor: ''Home of the brave'', un tema con mucho sentimiento.
Un album sin desperdicio en absoluto, 11 auténticas exhibiciones de genialidad; puro caviar solo apto para los oídos más finos y los mejores y más exigentes gustos. Un disco que hay que escuchar varias veces antes de sacar conclusiones, para captar sus detalles y entender su contenido. Quién lo consiga, deseará escuchar más de esa voz, y deberá hacerse con el 'Fahrenheit', disco anterior del grupo donde también lo borda Joseph Williams. Luego tendrá que descubrir más melodías únicas con las mágicas notas de la guitarra de Lukather y la batería suave y brillante de Jeff Porcaro (que Dios lo tenga en la gloria), y recurrirá a alguno de los demás discos de la gran y espectacular discografía de Toto. Todos valen la pena, si bien este, The seventh one, está a un nivel más estelar y perfeccionista que el resto. Un 10 rotundo, pero de verdad, un 10 con lo que ello conlleva puntuar un disco: reconocer la perfección más absoluta.
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