lunes, 5 de septiembre de 2011

Barry Lyndon (1975)

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Siglo XVIII. El joven Redmond Barry, huérfano de padre, se ha enamorado de su prima, a la que también pretende el Capitán John Quin. Después de enfrentarse en un duelo del que Redmond resulta vencedor, éste se marcha a Dublín. Decide alistarse en el ejército inglés, donde empieza a desarrollar su enorme habilidad para sobrevivir. Estando en Alemania, se le presenta la posibilidad de desertar, pero es capturado por el Capitán Potzdorf, un oficial prusiano que le ofrece la posibilidad de unirse a sus tropas o ser colgado por desertor. Una vez en el ejército prusiano, tiene la fortuna de salvarle la vida al Capitán Potzdorf, lo que le abre las puertas del servicio secreto prusiano.


País: Reino Unido
Director: Stanley Kubrick


Barry Lyndon surgió de los deseos de Kubrick de hacer una película ambientada alrededor del siglo XVIII. En realidad, Kubrick tenía planeada una cinta sobre Napoléon, personaje del cual el director era fanático. Pero por problemas financieros de la MGM no lo pudo llevar a cabo. Años más tarde se le presentó la oportunidad de hacer una película de aquella época, y la novela elegida fue "Memorias de Barry Lyndon, Esquire" publicada en su forma definitiva en 1856. Kubrick quería hacer una película que a su vez fuera una especie de 'documental' del fascinante siglo XVIII, más concretamente en su segunda mitad. Y vaya si lo consiguió.

La película fue uno de los fracasos comerciales del famoso director. Y a día de hoy, se la recuerda poco en comparación a otras obras de Kubrick ('El resplandor', 'La naranja mecánica', 'Senderos de gloria' etc.)... pero esto no quita que Barry Lyndon sea una película grandiosa y especial. Una verdadera obra maestra, perfecta técnicamente; dirigida de forma excepcional y con un complejo y atrapante guión, que nos lleva a través de la vida del protagonista, un antihéroe, del que el espectador va conociendo sus defectos, sus miedos, sus ambiciones, su debilidad. Porque Barry no es más que otro hombre intentando sobrevivir y alcanzar sus metas, en una época difícil y muy revuelta. Una segunda mitad de siglo XVIII representada con tal cuidado y detalle, que Kubrick consigue de verdad su objetivo de hacer a la vez una especie de documental. Un vestuario increíble, que le valió un oscar, y unos escenarios muy bien elegidos y decorados.

Sin duda si por algo destaca Barry Lyndon es por el trabajo en cuanto a fotografía se refiere. Otro oscar más que merecido, pues cuenta con una de las mejores fotografías de la historia. Con luz natural en todo momento, y unas lentes especiales diseñadas por la NASA, totalmente novedosas en su día, el resultado es mágico; y esto, unido a los bellos paisajes en los que transcurre la historia, hacen que practicamente cada escena sea una obra de arte en sí misma.

Ryan O'Neal, sin ser un gran actor, hace un más que digno papel, y encaja muy bien con el personaje que interpreta, a pesar de que Kubrick no lo quería como protagonista y practicamente le fue impuesto. Marisa Berenson también lo borda, y su belleza es resaltada con el vestuario y maquillaje de la época, elegante a la vez que suntuoso. Otro punto a favor de la película es su maravillosa banda sonora. Encabezada por la majestuosa Sarabanda de Haëndel, cuenta con preciosas composiciones de Schubert o Vivaldi entre otros, que engrandecen aún más cada escena, magnificando su dramatismo.

Admirable y emocionante, hermosa y triste. Pocas veces tres horas de película se hicieron tan cortas. A pesar de no ser tan recordada como otras obras de Kubrick, es una de sus mejores películas; más que una obra maestra, Barry Lyndon es una verdadera obra de arte.

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